La evolución del trabajo híbrido, los negocios hiperconectados y el creciente entorno de dispositivos, aplicaciones y usuarios, constituyen un capital de datos cada vez más relevante.
Ante este panorama, para las organizaciones es una prioridad establecer modelos de identidad digital confiable, rigiéndose por los siguientes principios:
- Segura y confiable – La identidad digital debe estar protegida, con mecanismos adecuados para utilizarla y recuperarla, así como con la trazabilidad necesaria de cuándo y para qué se empleó.
- Cuida la privacidad y es administrable – El usuario debe tener control de su identidad, gestionar los permisos y el consentimiento de uso, de modo que pueda verificarlo con registros históricos, con la libertad y autonomía de revocar acceso a información, aplicaciones, servicios y dispositivos si lo considera necesario.
- Inclusiva, justa y fácil de usar – Su uso debe ser intuitivo para todos, desligado de cualquier limitación por género, raza, orientación sexual, etnicidad, nacionalidad, etc.
- Puede monitorearse y supervisarse – Debe poder crearse un círculo de confianza, donde personas autorizadas puedan acceder en caso de incapacidad o fallecimiento. En el caso de menores, pueden establecerse filtros de contenido por parte de padres o tutores.
- Responsable con el ambiente – El crear y gestionar una identidad digital es también una labor de responsabilidad, por lo que durante su establecimiento debe decantarse por opciones sostenibles y que no causen un impacto a largo plazo en el planeta.
La administración del ciclo de vida de la identidad es la base de la gobernanza de identidades y, para que esta resulte eficaz a gran escala, es preciso contar con un Partner confiable, experto en infraestructura tecnológica, ágil y flexible, que ayude a automatizar y administrar la gestión de credenciales. Ante esta multiplicidad de entornos y permisos, la identidad digital se encuentra en una gran transformación para hacerla más eficiente, respetuosa y portátil, centralizando el uso de datos para poder cuidar de manera efectiva esa frontera entre la transparencia y la privacidad.
Los posibles escenarios de la identidad descentralizada son infinitos: verificar las credenciales de una organización en menos de un segundo permite conducir transacciones B2B y B2C con mayor eficiencia y confianza, llevar a cabo revisiones de antecedentes se convierte en un proceso más rápido y confiable cuando las personas pueden almacenar y compartir digitalmente sus credenciales de educación y certificación, gestionar nuestra salud se vuelve menos estresante cuando tanto el médico como el paciente pueden verificar la identidad del otro y confiar en que las interacciones serán privadas y seguras.